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Hay deportistas que simplemente no saben lo que es bajar las revoluciones. Cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo del tremendo ciclista belga Greg Van Avermaet, el campeón olímpico de Río 2016 se saca un nuevo truco de la manga y nos deja a todos con la boca abierta. Lejos de colgar las zapatillas, se las puso para correr y nadar, coronándose como el nuevo campeón mundial de Ironman 70.3 en su categoría de 40-44 años.
De las clásicas de ciclismo a la línea de partida del triatlón
Para los que no lo cachan, Van Avermaet no es cualquier ciclista. Estamos hablando de un monstruo que ganó el oro olímpico y una de las carreras más brutales del mundo, la París-Roubaix. Tras su retiro del ciclismo profesional, en vez de dedicarse a una vida tranquila, decidió ponerse las pilas y buscar un nuevo desafío. ¿Y qué mejor que el triatlón para un tipo con un motor así? En el Mundial de Marbella, demostró que el aguante y la cabeza de campeón no se pierden con los años.
Una bestia sobre ruedas: la bici como arma secreta
La carrera del crack belga fue una clase magistral de estrategia. Salió del agua con un tiempo más que decente de 31:02, sin dramas, pero todos sabíamos dónde iba a meter el hachazo de verdad: en la bicicleta. Y no decepcionó. En el exigente circuito de 90 kilómetros de Marbella, le metió con todo el power y marcó un tiempazo de 2:16:10, el mejor de su categoría y uno de los más rápidos de todo el evento, ¡incluso comparado con los profesionales!
Esa exhibición sobre dos ruedas le dio una ventaja gigante para la última etapa. Se bajó a correr la media maratón con la calma de quien sabe que tiene la pega casi lista. Con una carrera a pie sólida y muy inteligente, paró el cronómetro en 1:21:31.
Corriendo con cabeza de campeón para sellar la victoria
Su rendimiento total fue simplemente espectacular. Cruzó la meta con un tiempo final de 4 horas, 15 minutos y 56 segundos, sacándole casi cinco minutos de ventaja a su más cercano perseguidor. Una victoria contundente que demuestra que su mentalidad competitiva está más viva que nunca. Los números de su hazaña lo dicen todo:
- Natación (1.9 km): 31:02
- Ciclismo (90 km): 2:16:10
- Trote (21.1 km): 1:21:31
La historia de Greg Van Avermaet nos recuerda que el retiro de una disciplina no es el final, sino la oportunidad de reinventarse y encontrar nuevas pasiones. Pasó de dominar el pelotón a conquistar el triatlón, demostrando que la disciplina y la determinación son transferibles a cualquier desafío que uno se proponga.
El talento se entrena, el hambre de gloria es para siempre. Su victoria no es solo un trofeo más para su vitrina, sino una lección para todos los que amamos los deportes de resistencia. La edad es solo un número cuando la motivación viene de adentro y las ganas de superarse son el verdadero motor. Así que la próxima vez que dudes si puedes con ese nuevo desafío, acuérdate de esto y pregúntate: ¿cuál es la próxima meta que te hará sentir vivo?
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